Beneficios de estar en contacto con la Naturaleza
En toda caminata por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca.
John Muir
En toda caminata por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca.
John Muir
Hace ya algunas décadas comenzó la reivindicación de la importancia de la naturaleza en los centros de salud. A partir de los años 80 se han sucedido una serie de estudios científicos que han demostrado el poder sanador que tiene la Naturaleza sobre quienes padecen de alguna enfermedad psíquica, física o anímica, y sobre quienes están al cuidado de esas personas, es decir, los funcionarios del reciento de salud y las familias de los pacientes.
Si bien está comprobado que la Naturaleza, y el estar en contacto con ella, entrega muchísimos beneficios físicos y psíquicos, debemos ser claros -tal como plantea Clare Cooper Marcus- “un Jardín Sanador no curará una pierna rota o una enfermedad como el cáncer” o como expresa Stephen Mitrione “un Jardín Terapéutico puede proporcionar alivio de la angustia psicológica causada por una enfermedad, pero no curar la misma”.
El Doctor Roger Ulrich fue el pionero en demostrar que la exposición a la naturaleza puede tener un efecto real, medible, en el proceso de recuperación de pacientes. A través de su estudio View through a window, may influence recovery from surgery, Ulrich y su equipo investigaron la relación entre el tiempo de hospitalización, el uso de analgésicos y la posibilidad de ver la naturaleza a través de una ventana. Revisaron registros médicos de pacientes que habían sido operados de la vesícula en el hospital de Pennsylvania. Algunos de ellos pasaron su post operatorio en piezas cuyas ventanas se ubicaban al lado de la cama y tenían vista a árboles frondosos, mientras que otros estuvieron en habitaciones con vista a una pared de ladrillo. Estando todas las demás condiciones iguales, los pacientes con vista a la naturaleza se sanaban -en promedio- un día más rápido, necesitaban significativamente menos medicamentos para el dolor, y tenían menos complicaciones post cirugía, que los pacientes con vista a la pared.
Más tarde, en 1993, el mismo Ulrich y sus colegas del Hospital de la Universidad de Uppsala en Suecia, eligieron a 160 pacientes operados del corazón que estaban en cuidados intensivos y en algunas de sus habitaciones pusieron fotos simulando vistas a la naturaleza, pinturas abstractas en otras, paneles blancos o pared vacía en otras. Los resultados demostraron que los pacientes a quienes se le asignaron fotos con agua y árboles, estuvieron menos ansiosos y necesitaron menos dosis de medicamentos fuertes para el dolor, que aquellos que miraban la foto de arte abstracto y la pared vacía.
Lo dijo también la médico neuroinmunóloga Esther Sternberg que en su libro “Healing spaces: the science of place and well-being”, quien afirma que «estar sólo tres a cinco minutos observando espacios dominados por árboles, flores o agua ayudan a reducir el enojo, la ansiedad y el dolor, y además induce relajación y cambios en la presión sanguínea, tensión muscular y actividad eléctrica del corazón y el cerebro”.
Asimismo, Carol Hunter y Dr. Marc Berman comprobaron que sólo 10 minutos de exposición a la naturaleza dos a tres veces por semanas, es suficiente para producir resultados restaurativos en las personas y disminuir el estrés. Esto fue confirmado tomando muestras de cortisol de la saliva, que es uno de los indicadores fisiológicos del estrés.
Hoy, conceptos como «Píldora verde» o «Terapia verde» son cada día más visibles en la prensa especializada y masiva. El New York Times -en abril del 2019- publicó un fragmento de los ensayos del neurólogo Oliver Sacks, «No puedo decir exactamente cómo es que la naturaleza ejerce ese efecto calmante y organizador en nuestro cerebro, pero he visto en mis pacientes los poderes restauradores y sanadores de la naturaleza y los jardines, incluso en aquellos con trastornos neurológicos discapacitantes. En muchos casos, los jardines y la naturaleza son más poderosos que cualquier medicamento». Extracto de la nota de New York Time publicada en el diario El Mercurio.
Y así las evidencias son cada día mayores y dan paso a que los jardines terapéuticos o sanadores se convierten en una tendencia creciente en todo el mundo, particularmente en países de Europa, grandes ciudades en Estados Unidos y Canadá, donde los médicos ya han considerado (o más bien, reconsiderado) la exposición a la Naturaleza -también llamada terapia verde o píldora verde- como un complemento fundamental a los tratamientos médicos de quienes padecen cualquier tipo de enfermedad física o psicológica. El desafío es que Chile lidere esta tendencia, y los Jardines Terapéuticos sean considerados infraestructura hospitalaria que favorece y potencia la recuperación de los pacientes, apoya emocionalmente a los familiares y es un espacio de reconexión para los funcionarios.